sábado, 7 de agosto de 2010

Mamás solteras... ¿Arrancar o afirmarse los pantalones?



La frase se me quedó grabada. "Es que recuerda que no soy sólo yo. Nosotros somos tres..."
Por una extraña y conveniente razón me dio vueltas en la cabeza toda esa noche. No importaron los buenos y pocos días, la costumbre al apoyo femenino en ese desastrozo departamento de soltero, ni las pataletas apasionadas, ni los rostros e inventos de esos dos angelitos chicos. Ni menos la cabeza aún encasillada en la novia anterior...
Había que terminar aquello, que de juego y química sexual pasaba al riesgo inminente. Las expectativas de la contraparte casi siempre sirven más que las propias. Single que arranca sirve para otra aventura, pensé... Y me aguanté el dramón con la idea de estar siendo honesto.
Fue hace años. Pero aprendí una lección de la que ella quizás nunca se enteró. A mi me quedó grabada para siempre.
Decisión, madurez, conciencia, pantalones bien puestos... Para involucrarse con una mujer que tiene hijos hay que tenerla muy clara. O por lo menos, saber que existen mayores probabilidades de que ellas estén jugando el juego más seriamente que tú. No siempre. Pero el factor hijo siempre diferencia las proporciones. A favor y en contra. Depende de lo que se busque. Depende de lo que se quiera...
Clasificar madres solteras es un ejercicio bien injusto. Porque finalmente son mujeres como todas, como cualquier otra, haya o no traido niños al mundo. Aunque casi siempre más fuertes, más pujantes. Más decididas. Muchas ni siquiera lo saben... Y en esta mala costumbre de teorizar todo, he llegado a creer que sólo se diferencian entre las que saben qué quieren y las que no.
¿Obviemos a las segundas? Sí, porque finalmente no son más que niñas agrandadas o "adelantadas" que en un arranque hormonal mal cuidado se embarazaron como cualquier cristiana y cuentan con el entorno suficientemente sobreprotector -padres que hacen de abuelos criadores, que las mantienen económicamente o les garantizan el estatus para seguir jugando a la adolescencia- o peor aún, varias que tienen suficiente descalabro en la vida como para sentar cabeza y enrielarse. Las que dependen de políticas sociales.
Importan las otras, las que me inspiraron hoy. Las hay trabajólicas, al punto de considerar el amor de pareja como emoción secundaria. Son las más desconfiadas porque cierran las puertas motivadas por algún fracaso fuerte o la mala experiencia de un canalla de colección. Si quieres conquistar a una de ellas, ten paciencia. Mucha paciencia y constancia. Tu fracaso, muchas veces probable, no siempre dependerá de ti... Ellas esconden su miedo al amor en el desarrollo de otras áreas. Válido y entendible. Tienen algo más importante por qué dar la pelea. Cupido va a la banca...
Las hay enamoradisas. Se diferencian de las niñas locas en que se cuidan, asumen instantes de ternura y jamás te van a llevar ante su retoño aunque las mariposas en la guata sean evidentes. Debes darle tiempo si tu conquista es seria. Y debes respetar su realidad. Apurar las cosas te puede resultar en contra. Porque dar pasos en falso con ellas es regalarles desilusiones permanentes y acumulables. Jugar con fuego te puede quemar.
Las hay independientes y Alfa. Ellas mandan, guían, leen la cartilla antes, durante y después. Y probablemente te vean como una diversión. No intentes controlarlas. Es imposible. El único que manda en casa es ese individuo (a) pequeño a quien consagra su vida. Lo demás, es entretención saludable y controlada. A tu pesar...
Las hay jóvenes y en búsqueda de una segunda oportunidad. Como el personaje principal de "Alfie" lo define, son distintas y traen consigo un agregado irresistible en muchos casos. Será película pero acierta en la conclusión. Dos corazones conquistan más que uno. Y entonces, te pueden noquear, en caso que estés preparado. Ten claro que, de pasar a la segunda o tercera cita, entraste en un terreno donde el juego ni siquiera es recomendable aunque haya convención de las partes.
Las hay maduras y resueltas. Es probable que tengan hijos más grandes. Dependiendo de la edad, ellos, más que un aliado resultan un escollo que debes saltar con precisión de cirujano. El lazo madre-hijo es tan fuerte que tú apareces como una amenaza filosa que puede cortarlo. Ciertamente hay madres con hijos de vida casi encaminada y resuelta, que buscan una pareja para continuar su camino de a dos. Allí, el piso cambia y la reacción también. Si es el caso, encontrarás buenos aliados en el camino a la conquista definitiva.
Probablemente, puedo seguir estereotipando. No es la idea. El motivo único y seguro de este post es apelar a aquellos buscando jugar cartas en una mesa de alta apuesta como esta. Que sepan cuán delicado puede llegar a ser, que el riesgo es alto. Requiere ser harto macho y decidido. Claro y criterioso.
No porque venga el cuco encima. Sino más bien, porque una mujer con hijos seguro es más mujer que el resto de las que frecuentas. Sabe más de la naturaleza humana misma. Puede depender de sí para subsistir. No te necesita. Superior o no a ti, está un grado más alto de la escala evolutiva.
La experiencia que conté al principio, algo atrás en el reloj -inicios del 2001, cuando aún era un pichón inexperto- me hizo crecer. Y con los años supe que la susodicha, separada, ya tiene 4 hijos y estableció un nido "más definitivo". O sea, de cierta manera también zafé de un amorío en el que no estaba claro lo que me esperaba a la vuelta de la esquina. No estaba ni mínimanente preparado. En ese tiempo, me habría volcado la existencia de manera radical.
¿No ven? Si para calzarse ciertos trajes hay que tener suficiente cuerpo...