jueves, 31 de diciembre de 2009

El año nuevo y la década del zopenco...



¿Y? ¿Qué vai a hacer pa'l año nuevo, socito?
Parece que me suena conocido...
Usted, ¿lo escuchó alguna vez? Yo no sé, hueón, pero desde que tengo uso de memoria es ley que exista una suerte de celebración por decreto que te obliga a empatizar el cambio de folio como si fuera la gran cosa.
Si los e
mpinados de codo no se toman hasta el agua de regadío... no es año nuevo. Si los fans del familión y la mesa donde cabe hasta el perro no se juntan... no es año nuevo. Si los pretensiosos no van a la fiesta más top y más cara a gastarse lo que no tienen... no es año nuevo. Si las minas guarras no se agarran a un gil y al otro día se juntan para contarlo en el Club de Las Lulúes... no es año nuevo. ¿Qué mierda tienen con el año nuevo? ¿No se han puesto a pensar que es un día que se le ocurrió a alguien? Ya, ok. El ser humano necesita fechas para enmarcarse, para ordenarse y manifestaciones grupales para sentirse en un rebaño. Sí. Pero la necesidad de hacer el Gran Despilfarro Gran parece más efecto reflejo que motivación real. Al que celebra todo el tiempo, le compro el boleto. Al otro, no... Supongo que el año que se va y la década que se marcha se medirán por los avances, retrocesos o estancamientos que cada uno de ustedes acuse, los que en rigor nos mportan un rábano maduro. El asunto es, mis queridos conciudadanos de la netósfera, que esta década se puede resumir fácilmente como el decenio de los zopencos. Como final de cumbia. "A-sí no más"...
Sí pues, los diez años que se fueron nos invitan a saber que olímpicamente nos vendieron humo al por mayor. Nos hicieron creer que somos primer mundo, que maduramos como sociedad, que somos buenos pa' la pelota, que hubo grandes pestes y las superamos, que genéticamente somos más bonitos y abiertos de mente, que hay igualdad de géneros, que hay pastillas para la resaca, que las guaguas las puedes encargar con ojos azules y rubias -aunque seas chico, negro y con pelo
mecha de clavo- , que Dios es justo, Felipe Bianchi es lindo, Mauricio Israel buena persona y la Geisha Chilena está muy potable. Mentira. Es una vil mentira.
Es un hecho. Obama, la farándula, Bonvallet, El Profeta de Peñalolén, Bielsa, el Perro que habla, Omár Gárate y la pulsera de los once poderes son puros inventos que nos desnudan como lote de crédulos agarrándose de la filosofía que sea con tal de tener algo en qué creer. Y al final, para sobrevivir sólo basta con creer en uno mismo. Vaya paradoja, vaya lección no aprendida...
En fin. Empieza un nuevo decenio y si tú crees que las cosas van a cambiar, lamento decirte que no. El cambio de folio no existe pero en una de esas, te sirve -y me sirve- como excusa para salir del pantano.
Aún así, habrá que alzar la copa y brindar, para bien o para mal.
Por los que se fueron y por los que llegaron. Por los que quedamos. Por lo que perdimos y lo que ganamos. Por lo que sembramos. Por los éxitos y los fracasos. Por lo que sufrimos y lo que disfrutamos. Los pasos dados, los saltos que jamás dimos. Por el amor. Por los que quisimos. Por los que dejamos de quer... No, puta, por esos no. Por las sonrisas, las penas, las alegrías, los llantos. Los nuevos y los viejos amigos. Por la vida que sigue su curso y no te pide permiso. Por seguir aquí.

Salud, cabros. Salud!

martes, 8 de diciembre de 2009

ELEMENTO CINE: "West" (2007)


Cuántas veces quisiste mandar todo al carajo, cambiar lo que te rodea... Cuántas veces te fijaste en la persona equivocada o tuviste perversiones en tu cabeza. ¿Alguna vez odiaste tanto a alguien que deseaste molerlo a golpes? Peór aún, piensa en lo que haces todos los días y si acaso no es el sino de una constante, injusta y repetitiva rutina de la que huirías apenas vieras una ventana entreabierta...
De eso, de las pasiones erróneas, de los bajos instintos, del aprendizaje traumático y las pocas oportunidades con las que muchos nacen y mueren trata esta brillante cinta australiana de Daniel Kriege que en círculos latinos se promocionó como "Amor y Violencia".
Personajes jovenes exaltados por las ganas y abatidos por su propia sombra, rehuyendo a pensar el futuro y entenderlo como una no oportunidad, presos de la inconsistencia en que se criaron, que les toca vivir y que a ratos disfrutan. Gobernados por los excesos, ignorando sus carencias reales.
Hay pincelazos notables a las nuevas generaciones. Las que ven el sexo como fin, jamás como método y por contrapartida son capaces de perdonar una traición dolosa de la manera más impredescible. La historia de Pete (Khan Chittenden), su mejor amigo, un primo hermano y la novia de este, su vertiginoso tránsito por segundos irresponsables y descuidos eternos.
Si bien está ambientada en un suburbio de Sydney, "West" me generó un click muy personal. Tiene que ver con un mensaje omnipresente, la lucha interna -que termina en derrota casi siempre- por salir del pantano, los sucesos que nos marcan el presente, acotan el mañana y se quedan grabados en tu cabeza.
Por más que intentes obviarlos, no hay escape. Bendita y estúpida paradoja pues casi todos esos episodios llegan sin que ni siquiera los veamos venir. No es, por ello una realidad lejana. La disfuncionalidad social y las carencias ocurren en todas partes. Las puertas cerradas abundan y siguen aglomerando almas afuera, con talentos ocultos y demasiados amaneceres perdidos esperando turno para entrar a un metro cuadrado más digno.
Mírala. Si no te identifica quizás es porque tu vida y tus supuestos problemas no existen. Porque papito hizo bien la tarea y tu burbuja es demasiado grande para entender el mundo que hay allá afuera, para saber lo que es la verdadera necesidad, la indecisión fatal, la soledad, la rabia o simplemente el miedo. Incluso para tener la más remota idea de lo que significa tropezar o equivocarse...