lunes, 30 de mayo de 2011

El hombre malo




Hasta hace algún tiempo -acá en el blog hay escritos, lectoras y buenas conversaciones que podrían avalarlo- yo era de los que creía que a las mujeres les gustaban los hombres malos. Y si bien mantengo cierta idea al respecto, debo aclararla en urgente defensa de los postulados ripneanos.

A las mujeres, en realidad no les gustan los hombres malos. Aunque juren que sí, aunque insistan en que tienen el gen del sufrimiento incorporado al ADN femenino. Nada que ver. A ellas, como era de esperar, sólo les llama la atención un molde, una mala copia del hombre malo.
Porque no hay que confundir al malo con el rudo, o el posero reflejando una moda masculina deprimente. Menos con el hombre maqueta. Ni con el inseguro o el inmaduro. El hombre malo no juega con su maldad. La lleva escondida y la saca a relucir cuando más le conviene.
No es malo el tipo de pelo largo, barba de tres días y plantado en una moto o en la barra del bar fumando sin filtro o tomando cortos de tequila. Ese con suerte es una burda esquematización de un esclavo de modas y leyendas que no resultan.
No es malo el calvo musculoso que golpea cristianos a diestra y siniestra, ese que las deja cuando quiere y siempre tiene las que desea en su cama. Ni se acerca siquiera. Aquél especimen con suerte es rudo. Y la rudeza va de la mano con la quema de calorías y probablemente de neuronas. Les podrá gustar. Pero ese, chicas, no es un hombre malo.
El hombre malo es un ser sociablemente extraño. Uno que a diferencia del que quiere aparentar maldad, no te tratará con dureza hasta que llegue el momento de hacerlo. El que aparenta ser malo nunca te dará seguridad. El malo te regalará pincelazos de seguridad para quitártela cuando más la creas segura.
El realmente malo no necesita looks, ni estilos, ni moldes. Eso queda para los que aparentan ser malos. El hombre malo llama la atención por su inconfundible y personal mundo que te ofrecerá a manos llenas para echarte a patadas luego que sepas que quieres quedarte en él.
El que aparenta ser malo te cierra la puerta en la cara. El realmente malo te invitará a salir amablemente pero te cierra con llave para que no vuelvas a entrar. El que aparenta ser malo se dará el gusto de dañarte cuando amenaces su precario equilibrio. El malo se reirá de ti cuando intentes tratarlo mal. Y eso te hará peor.
El que aparenta ser malo tiene el ego confundido y sobredimensionado. El malo tiene el ego clara y conscientemente por las nubes. Si tratas de dañárselo, el que aparenta ser malo te devolverá el favor propiciando un gallito que te evaporará las fuerzas. El malo simplemente se irá dejándote en el pantano de la incomprensión y el dolor por no entender tus arrebatos.
El hombre que aparenta ser malo siempre vuelve a ti o se atreve a plantear acercamientos porque sabe que te tiene, asume ese juego y de seguro, tú también lo asumes con gusto o voluntad. El hombre malo en cambio se olvidará de ti y dejarás de existir para siempre. Es más, eso de llegar a dejarte parcial o absolutamente se explicará porque quien aparenta ser malo es básico y no te entiende. Al malo, en cambio, le importa un carajo entenderte.
Y lo más importante, niñas. Si te separas del hombre que aparenta ser malo probablemente reclames, te arrepientas de lo que hiciste, de lo que te hizo y finalmente, lo más seguro es que lo recuerdes con cariño. No así con el hombre malo. Porque de ese vas a querer olvidarte. Y no podrás. Es una mochila que tendrás que llevar por siempre, aunque no quieras.
Un detalle... Sólo a modo de reflexión y como sincero aporte para que lo entiendan. De verdad, esto anótenlo bien. Hombres aparentemente malos sí existen. Y sé que les gustan aunque ustedes, las mujeres, ya saben que no perderán la cabeza toda la vida por ellos.
Pero por un malo se pueden ir al barranco. Y por un motivo muy simple. Porque las enfentará con ustedes mismas. Con sus miedos o carencias afectivas. Esos seres tan endemoniadamente malvados, que andan por la calle siendo lobos con piel de oveja y rompiendo vidas -en vez de corazones como sus débiles rivales que aparentan ser como ellos- en verdad sólo existen en sus mediocres cabezas atribuladas, chicas. Son una excusa que baña y decora vuestros propios errores de indolencia femenina.

Se los inventan, los idealizan, los clasifican y los dejan metidos en sus vidas como fantasmas indisolubles. Son suyos, viven en ese mundo que odian y atesoran, del que no pueden ni quieren despegarse. Son seres que crearon las mujeres, quizás para tapar su propia culpa. De seguro, esos malos nacieron y viven para tener algo en qué ellas puedan excusar su eterno cargo de conciencia...


jueves, 19 de mayo de 2011

El círculo

Ya lo sé. Si algo tiene de malo esta ciudad es que no importa cuán grande sea. Todos se reúnen en los mismos sitios, van a los mismos eventos, se mueven en las mismas estaciones de metro, frecuentan las mismas instancias de vida que uno. Es un micromundo en esta majamama tan mentirosamente global. Y en esas circunstancias es bien fácil encontrarse gente. Gente que te retrotraiga situaciones o momentos. Gente que me hable de ti.
Es extraño enterarse de tus avances, de tus logros, de tu estabilidad. No porque no la esperase. Menos porque no crea que la merezcas. Me asalta la duda de la concreción. Me cuestiono saber por qué sigues hablando de planes cuando en el papel tienes todo resuelto. ¿No será que estás esperando algo más de la vida que te hace rehuír?
¿Sabes? Yo también lo intenté como te prometí alguna vez. Tuve un par de ilusiones recientemente. Incluso, alguna en la que aposté muchísimo y puse mis fichas como nunca antes. Jugué las mejores cartas, las que no usé contigo. Y hace unos días me di por vencido, por ese mandamiento que ya conoces. No te condenes a vivir a medias por sentir que esa mitad que tienes te hace suficientemente bien. Es raro porque dentro de ese intento alguna vez hablé de los círculos no resueltos, los pendientes del pasado.
Mi certeza dijo que siempre cerré las historias cuándo y cómo corresponde. Sin darme ni dar segundas oportunidades. Pero en ese repaso me quedó la duda culposa de no saber si lo hice bien contigo. Si lo hicimos bien. Entonces, bastó cerrar este otro círculo de la manera más legible para entender que con nosotros no lo hice satisfactoriamente, ni tampoco lo exigí. Por contrapartida, me empeñé en preguntar qué pasó esa tarde para que aquella promesa de estar cerca del otro, pase lo que pase, nos hizo firmar un tonto pagaré en al aire, uno que rompimos ante el garante del despecho.

¿Y si lo hubiésemos intentado? La cobardía siempre cobra y a veces creo que tenemos una deuda que no se saldará con réditos de otras felicidades. O quizás sí. En una de esas, tal suma de redenciones sirva para equilibrar el vicio de engañar al corazón con las ecuaciones de la impresión.
Tengo una anécdota. En esos arranques citadinos del intento fallido que hoy me anoto y te cuento, asumo que estuve de paseo por ese centro comercial que indicabas como próximo a tu casa. ¿Lo recuerdas? Bueno, anduve súper cerca. Es un lindo barrio, te diré. Me perdí un poco en las coordenadas que olvidé en algún cuaderno extraviado. Pero aunque no lo creas, di con la micro que llevaba a tu puerta. Paradojas. Sólo cuando bajé de ella recordé el detalle de hacia dónde seguir. Y sólo en ese momento reincidí en la memoria y viniste a pasear de nuevo por mi cabeza.
En fin... Ya sé que te voy a encontrar por allí. Lo intuyo. Con tu abrigo largo y oscuro en invierno o tus faldas cortas y ajustadas que roban tantas miradas en verano. De la mano de él o quizás de otro. Probablemente echando mano a la cajetilla de cigarrillos que te consuela la ansiedad. Quizás acomodando tu pelo frondoso para que te oculte la sonrisa triste.
Puede que sea mañana o en muchos años más. No lo tengo claro. Lo siento. Pero si algo aprendí en estos días y a partir de un duro tropiezo, fue que ese círculo tendrá que cerrarse. Con algún abrazo, una historia, un saludo, un café o por qué no, un último desprecio...

Con lo que sea. Tú ya me conoces. Yo no dejo cabos sueltos...



jueves, 5 de mayo de 2011

Crónicas Machistas. "Facebook: El zumbido en la oreja"


Hace rato no se juntaban. Por esas cosas del trabajo, de la vida, de andar en pareja. Pero allí estaba de nuevo, casi por azar. Los comensales del mismo "Club de Tobby" de siempre, Pedro, Juan Luis y Diego...
En una cervecería, como todos los jueves. Con las novedades del integrante nuevo, Renato. De esas novedades que sacan ronchas y consumen tragos.


Pedro: Oye que ha crecido este cabro. Si hasta me dicen que estás bien embalado con tu polola, Renatín.

Renato: Algo así...


Juan Luis: Schis, con esa cara, parece que no anda muy bien la cosa. Qué pasó, te pillaron portándote mal? Jajaja...


Renato: Na' que ver, lo que pasa es que esta mina tiene un rollo no resuelto con el ex...


Pedro: Ah miércale, tema complicado ese, mijo. Las mujeres que se quedan pegadas son motivo pa' lucir las zapatillas de clavo, ¿o no Juanito?


Juan Luis: Ah no sé, pregúntale al Diego, una vez tuvimos
una conversación respecto al tema y me dejó clarito, aunque capaz que te cobre una cerveza.

Diego: Ni me acuerdo. Pero qué te pasó Renatín? Cuenta la firme...


Renato: Naaaada. Facebook tiene la culpa.

Diego: No es raro, la mayoría de los problemas por el tema de las redes sociales lo provocan las minas.


Pedro: El 60% de las parejas tiene problema por el facebook dice un estudio...


Juan Luis: Yo diría que más. Pidamos unas chelitas...


Diego: Pero cuenta, ¿qué es? ¿Se comunica con él? ¿La jotea?


Renato: No, loco, tiene fotos de él.


Diego: Pero también tendrá fotos tuyas, es como parte de la vida... (mientras se paraba a buscar un cenicero y compar cigarrillos)


Renato: No pues, no tiene ninguna de nosotros.


Pedro: Schiuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!


Juan Luis: ¿Y le dijiste algo? Igual no es como taaaan heavy, las minas son mamonas con el recuerdo.


Renato: O sea, trato de no meterme pero me choca la huevá... Además, siempre habla de loco y hasta usa una gargantilla tipo cinturón que le regaló con la inicial. También tiene una foto con ella colgando en la güata...


Juan Luis: Pendejo, te estai enrollando, si está contigo es por algo. Si te cagara con alguien o fuera infiel te creo. Pero las minas son así. Además, te persigues por una foto no más.


Renato: Es que en la que tiene de él le dedica una frase en inglés de una canción que dice "I'll never forget you, my sweet joy. Always remember me" o algo así...


Juan Luis: Guajaja, ¿ves que te enrollas? Pero si esa es una canción que canta una negra que se parece a la Grace Jones donde habla de la amistad...


Diego (reincorporándose a la conversación): No tarado, esa es una canción escrita al amor de la vida...


Pedro: Schiuuuuuuuuuuuuuuuu!!!


Renato: Si. Igual me carga esa mochila como presente. No sé, Dieguito, qué pensai tú, gurú. ¿Qué harías en un caso así?


Diego: Pienso que cada uno toma las decisiones que le corresponden, que minas es lo que estadísticamente más hay en este mundo, que algunas son enrolladas, otras faltan el respeto y muchas se quedan pegadas. Y que en el caso de esta conversa, mejor lo dejamos hasta acá y hablamos del superclásico.


Pedro: Schiuuuuuuuuuuuuuu!!! Ya, muchachos. Yo pago esta ronda mejor. A un buen entendedor, siempre hay que invitarlo a tomarse un buen trago...