viernes, 19 de noviembre de 2010

Otra piel

Ella leía una revista sobre la cama. Desnuda, juvenil, insolente. Tan resuelta como turgente en sus formas. Él, poco acostumbrado a los pormenores amatorios sólo observaba. Todavía asustado. Esperando reacciones físicas a la catarsis de feromona contenida de hace unos minutos. Conoció tantos amagues bruscos en la guerra de caricias que nunca se llevó bien con esta. La evitó alguna vez, la buscó en otras y la sufrió siempre. Probablemente como nadie lo hizo antes. Como nadie se merecía.
Ella era distinta. Tenía menos años, más oficio y sobretodo tacto. Sentido común. Guiaba y desarrollaba la escena a antojo. Quizás porque conocía la situación del otro. Porque la palpó y la aceptó desde el primer minuto. Y tuvo premio ganando el reto.
Abrazando cada segundo, él intentaba familiariazarse. Ser natural como su instinto le indicara. Y se acercó en un suave zambullido sobre esas sábanas oscuras que adornaban tan perfecto espectáculo. La rozó, besándole el hombro y reparando en un lunar. Como eximio detallista siguió su ruta sigilosamente. Parecía punto medio de una sublime demarcación entre el que era más indistinguible, cerca de su seno y el principal, a la derecha de sus labios coquetos. Esa deliciosa marca que según su dueña selló el destino de ambos al homologarlo con el que él llevaba de nacimiento. Pero en el lado izquierdo.
Entonces por qué él buscaba otro cuerpo...
El juego de las excusas lo llevó a ese descenlace que no planeó pero tampoco pensó. Hurgaba desesperadamente por un tenue perfume que contrastaba en el imaginario con lo que percibió en cada centrímetro de piel. No dio con los besos adolescentes en bocas gastadas porque allí sólo era turno de los desenfrenados. No halló ese tacto pausado e impoluto que encendiera sus ganas cuando estaba listo para recorrer los caminos del placer. Pero, ¿era justo? ¿Acaso merecía deponer tal suave cúmulo de bondad ante semajante vendaval de recuerdos adornados por una curva imperfecta? ¿Le servía?
Y disimuló. Eso que iba a ser gran aprendizaje terminó protagonizando un simple exabrupto mecánico. Las emociones seguían allí. Contenidas. Esperando y decepcionándose al mismo tiempo. Extrañando otra piel de mujer que nunca conoció...


3 comentarios:

Unknown dijo...

Uhhhhhhhh.... Que triste..

¿Y si nunca conoció aquella piel??.. ¿Por qué ilusionarse con algo que no existe?

Camila G. dijo...

Excelente, me encanto, tu forma de escribir y expresar, volvere :)

Insisto... dijo...

Tal vez es metáforico esta cosa.Yo he sentido amor platónico e imagino haberlo tenido.Mas raro!seré psicópata o simple fantasia fustrada :D